TRADICIÓN QUE SE BIEN HEREDA

El mayor tesoro que me han heredado son las historias reales o fantásticas por parte de mis abuelos.

En esta ocasión hablaré sobre esa bebida tradicional mexicana que parecía haber quedado extinto, como si de un animal se tratara, -los habían de sabores, pero los que mas pedíamos eran los de Ajo- contaba mi abuelo mientras nos tomábamos una coca bien fría, - ¿Cómo que de ajo?, ¿No sabía feo?- respondí con asombro y asco al tiempo que daba un trago al refresco. -¡Si, de Ajo!, De a jodido porque era mas barato el pulque sólo que el de sabores-.

No había probado el pulque en toda mi vida, sino hasta los 24 años, en un caluroso domingo de Julio, mientras visitaba el "Famosísimo" mercado de Tlacolula. Ahí en una mesa con dos cubetas prendía un letrero de cartulina verde chingamelavista: "Se vende Pulque y Tepache", (No hablaré del tepache por ahora).

Pedí un pulque de a $15.°°, el cual me lo sirvió el joven en una jicara de "morro", y mientras tomaba un trago mis ojos se abrieron a través del místico tiempo del no tiempo, recorrió el elixir de los dioses mi garganta mientras yo viajaba desde la creación del hombre por intervención de Quetzalcoatl hasta el presente. Así como se lee este párrafo, así de inexplicable fue la experiencia. 

En la ciudad de Oaxaca volví a encontrarme con el pulque, caminando por al andador una mezcalería ofrecía sobre un banco pruebas de pulque en diminutos vasos mezcaleros y una pizarra incitaba a pasar y probarlo. Si, he ido mas de una vez a tomarme un pulquecito al menos, pero ayer por fin probé pulques de sabores: Avena, fresa, piña y guayaba. Afortunadamente a mi me invitaron, y al pedir la cuenta vimos el exagerado precio de cada vaso-pocillo. Yo, como mi abuelo seguiremos tomando pulque de ajo. Tomen pulque, que vida hay una y sabores muchos.